4 de julio de 2025

La calle parece eterna y llena de la pregunta. Me cuestiono, llegando a casa, cuánto tiempo disfrutaré de jugar con la palabra, o de jugar con la palabra a través del mismo juego. Esta vez querer no quiero tomar prestadas palabras de otro para colaborar con las mías, sino ahondar en la quebrada de aquí dentro, donde vive la duda del cobijo.

¿Por qué el miedo a perder el líricalor, como jeringa que de a poco se vacía? Si no seré yo quien la tire a la basura, ¿de qué sirve temer que se deseche?

Pero he succionado tanto renglón con la aguja y cada vez es más en serio, como si fuera avanzando entre maleza machete en mano, en círculos, por la jungla. Queda preguntarme si no pasaré por el cielo, mirando abajo, planeando en avioneta, sólo para ser la isla toda vaciada.